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Nueva Gripe A: la primera pandemia del siglo XXI

Las enfermedades infecciosas han causado un gran impacto a lo largo de la historia. Todavía hoy en día constituyen un importante motivo de preocupación para las autoridades sanitarias de todo el mundo.

Hasta bien entrado el siglo XIX, enfermedades como la viruela, la peste o el cólera fueron una constante amenaza en los países de Europa Occidental y America del Norte. Poco a poco, otras infecciones como la tuberculosis, el paludismo o las enfermedades de transmisión sexual fueron ganando protagonismo.

Pero los grandes cambios sanitarios de la primera mitad del siglo XX junto con el descubrimiento de la penicilina, la estreptomicina y posteriormente de otros muchos antibióticos, el comienzo de las campañas de vacunación y el gran desarrollo socioeconómico, lograron disminuir de manera importante la incidencia de las enfermedades infecciosas y sobre todo la mortalidad en los países desarrollados.

Estos y otros logros contribuyeron a fomentar la idea de que la lucha contra las enfermedades infecciosas estaba casi superada. Y algunos datos apuntaban claramente hacia ese éxito. El ejemplo mas notable fue la erradicación de la viruela. Cuando la Organización Mundial de la Salud emprendió la campaña de erradicación de la viruela en 1967 existían, según los expertos, entre 10 y 15 millones de enfermos. En 1977 fue declarado el último caso en Somalia. El 8 de mayo de 1980, la OMS declaró que la viruela se había erradicada efectivamente. Hasta el momento, es la única enfermedad infecciosa erradicada, aunque se espera que otras como la poliomielitis o la dracunculiosis (rara enfermedad parasitaria) puedan seguir en breve sus pasos.

Foto: erix!

Foto: erix!.

Pero solo un año más tarde, en 1981, una nueva enfermedad, el SIDA vino a demostrar qué lejos se estaba del posible final de las enfermedades infecciosas.

El SIDA es un ejemplo de enfermedad emergente causada por un agente infeccioso nuevo. El concepto de enfermedad infecciosa emergente fue establecido en 1992 por el Instituto de Medicina de Estados Unidos para definir todas aquellas enfermedades infecciosas descubiertas en los últimos años y anteriormente desconocidas.

En las últimas décadas se han descubierto más de treinta nuevos agentes infecciosos. El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), la fiebre hemorrágica del Ëbola o la nueva variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (más conocida como “mal de las vacas locas”) son solo algunos de ellos.

Al mismo tiempo, otras muchas que se creían controladas y, por lo tanto, no consideradas ya un peligro de salud pública, como la tuberculosis, el dengue o la fiebre amarilla han alcanzado en los últimos años un incremento inesperado. Son las enfermedades re-emergentes.

La tuberculosis, según la OMS, es una de las principales causas de mortalidad por enfermedad infecciosa en el mundo. Un tercio de la población mundial (unos 2.000 millones de personas) está infectada por el bacilo de Koch. Se transmite por vía aérea, al igual que el resfriado común. Sólo transmiten la infección las personas que padecen tuberculosis pulmonar. Al toser, estornudar, hablar o escupir, expulsan al aire los gérmenes de la enfermedad, conocidos como bacilos tuberculosos. Basta inhalar una pequeña cantidad de bacilos para contraer la infección. Una persona con tuberculosis activa no tratada infecta una media de 10 a 15 personas al año. Sin embargo, no todos los sujetos infectados por el bacilo de la tuberculosis necesariamente desarrollan la enfermedad. Los gérmenes pueden permanecer en estado latente durante años. El riesgo de enfermar aumenta cuando el sistema inmunológico de la persona está debilitado.

Las razones que justifican la reemergencia de la tuberculosis incluyen sobre todo, la expansión del virus del SIDA, el aumento de la pobreza, los movimientos migratorios y la emergencia de la tuberculosis multirresistente. Tradicionalmente, siempre se han asociado tuberculosis y pobreza, y esta última se relaciona, a su vez, con el hacinamiento, que facilita la transmisión, y la desnutrición, que facilita el desarrollo de la enfermedad. Una gran parte de la humanidad vive hoy en día en condiciones de extrema pobreza, y son precisamente estas regiones más pobres las que recogen más del 95% de los casos de tuberculosis.

Hasta hace algo más de 50 años no existían fármacos que curaran la tuberculosis. Fue a partir de la introducción de la estreptomicina en 1943 por Selman Abraham Waskman cuando se pudo empezar a combatir eficazmente el bacilo tuberculoso. Por ese descubrimiento, Waskman fue galardonado con el Premio Nobel.

En los últimos años se ha documentado la existencia de cepas resistentes a algún fármaco antituberculoso en todos los países estudiados y, lo que es más significativo, ya se conocen cepas del bacilo resistentes a todos los fármaco antituberculosos de uso habitual.

La aparición de la tuberculosis extremadamente resistente, amenaza seriamente el control de la tuberculosis y confirma la necesidad urgente de fortalecer el control básico de la tuberculosis y aplicar las nuevas directrices.

El último gran reto sanitario es la reciente pandemia de gripe A, otro ejemplo de enfermedad emergente.

Foto: Eneas

Foto: Eneas.

Las epidemias de gripe se repiten anualmente en las regiones templadas de octubre a marzo. La enfermedad es causa de hospitalización y muerte sobre todo en los grupos de alto riesgo (niños pequeños, ancianos y enfermos crónicos). Estas epidemias anuales causan de unos 3 a 5 millones de casos de enfermedad grave y unas 250.000 a 500.000 muertes cada año. En los países industrializados la mayoría de las muertes asociadas a gripe corresponden a mayores de 65 años.

Los virus de la gripe sufren cambios constantes y la Red Mundial de Vigilancia de La Gripe, una alianza de Centros Nacionales de Gripe de todo el mundo, vigila los virus circulantes en el ser humano. La OMS recomienda la administración de la vacuna frente a las cepas más representativas que se encuentran en circulación y que van cambiando cada año.

La actual gripe está causada por un nuevo virus A (H1N1) que no había circulado nunca en la especie humana y que no tiene relación con otros virus gripales estacionales que han afectado anteriormente o están afectando al hombre y frente al que la mayoría no tenemos inmunidad.

El 11 de junio de 2009 la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia mundial de Gripe A H1N1, aunque explicó que esto no implica que la enfermedad sea ahora mas grave que antes. Por el contrario, la OMS considera que la gravedad general de esta pandemia es actualmente moderada, pero también advierte que la gravedad de las pandemias puede cambiar con el tiempo y ser distinta según los lugares o poblaciones.

Estamos ante la primera pandemia de gripe después de 40 años y la primera pandemia del siglo XXI.

Cada año, el siete de abril, la OMS celebra su constitución con la conmemoración del Día Mundial de la Salud y destaca un problema sanitario de interés general. Hace unos años eligió el tema de las Enfermedades Infecciosas Emergentes con el lema “Alerta Mundial, Respuesta Mundial”. Con este mensaje pretendió sensibilizar a las autoridades sanitarias de la importancia de los sistemas de vigilancia de la salud pública y la implantación de medidas preventivas para el control de las enfermedades emergentes.

Aunque la sensibilización es cada vez mayor en todos los ámbitos, y una buena prueba de ello son las medidas coordinadas frente a la nueva gripe A, es un trabajo que requiere un enorme esfuerzo para la elaboración de protocolos de actuación, su consenso y su aplicación. En palabras de la Directora General de la OMS, la Dra. Margaret Chan, “ninguna pandemia había sido detectada antes con tanta precocidad ni había sido observada tan de cerca, en tiempo real y desde su inicio”.

Actuar informados y simultáneamente es parte del éxito.

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